Adrián Moure, vicepresidente ejecutivo de ventas, marketing y desarrollo de Safelayer Secure Communications
«La sociedad del futuro no se librará de la certificación digital»

Hace justamente dos años irrumpía en el mercado Safelayer Secure Communications, una apuesta de desarrollo tecnológico cobijada bajo las osadas etiquetas de ‘made in Spain’ y ‘especializada en seguridad electrónica’. Hoy, ya en 2001, nadie discute la pujanza del proyecto, ni la demostrada flexibilidad de su tecnología, ni, por supuesto, su más que respetable cuota de mercado. Para hacer un balance de esta trayectoria, SIC ha querido entrevistar a quien es considerado como uno de los artífices decisivos del éxito de la compañía: Adrián Moure, vicepresidente ejecutivo de ventas, marketing y desarrollo.

– El nacimiento de Safelayer en mayo de 1999, como quien dice, fue antesdeayer...

– Considerando que en aquellas fechas eramos unos desconocidos, y que el sector de la certificación digital es tremendamente duro, haber conseguido tomar una posición como marca, que sea conocida, respetada y solicitada por empresas de dentro y fuera de España a los efectos de cerrar acuerdos de mercado, me parece un logro. Safelayer es una compañía española que reune una excelente tecnología, un excelente marketing y un extraordinario grupo de profesionales que se va a situar en el futuro muy cercano en una posición destacada en el mercado internacional de software de seguridad.

– ¿Cómo se consigue sobrevivir y crecer en un escenario multinacional plagado de megafusiones y absorciones a las que no se escapa el sector de la seguridad TIC?

– Teniendo unos socios inversores detrás que creen en el proyecto, que confían en que, en dos años, Safelayer se va a posicionar sólidamente en el escenario internacional. Safelayer ha crecido en su valor teórico cinco veces desde que se constituyó hasta la entrada en su capital de Amena. Hoy, las valoraciones que estamos recibiendo para la ampliación de capital presuponen un crecimiento de entre ocho y diez veces el valor de constitución.

– Aún resuena el anuncio de su ampliación de capital en 3.000 millones de pesetas para afrontar su expansión internacional ¿Nuevos socios a la vista?

– Si, por supuesto. Ya está debidamente formalizado el libro de colocación de capital, y en este momento hay varios inversores interesados, fundamentalmente del sector financiero y una telco europea, además de grupos de capital-riesgo. En todo caso, socios nuevos debe haber, y al menos uno internacional, que nos permita pasar esa especie de mar Rojo que supone para una empresa nacida en España la presencia efectiva en mercados exteriores de tecnología y servicios en los que pisan fuerte firmas como Entrust, Baltimore, Microsoft o IBM.

– Safelayer nace después de otras tecnologías y con el ‘agravante’ de ser española. ¿Cómo se consigue equipararse o superar a esa competencia ya consolidada?, ¿con marketing?, ¿con tecnología?

– Desde luego sin una tecnología flexible y competitiva no se puede conseguir. Así califican nuestros clientes las herramientas de Safelayer. Nuestro proyecto empresarial agrupa a un conjunto de profesionales de primer nivel cuyo trabajo nos ha permitido certificar nuestra tecnología con iniciativas tan emblemáticas como Identrus, GTA y SETCO. Pero la tecnología en sí misma es un valor incapaz de convencer a los clientes; detrás debe haber un proyecto de marketing, y el marketing se convierte en servicio cuando se habla de Safelayer.
Por supuesto realizamos iniciativas en el terreno del marketing de relación con mercados objetivos, en total más de 73 eventos específicos en 2000, pero dichas iniciativas deben estar basadas en un marketing de atención hacia el cliente. En más del 80% de nuestros clientes, Safelayer ha llevado la dirección de proyecto. Eso sí, Safelayer no vende directamente. Tenemos muy clara la política, que es de canal, es decir, de apoyarse en socios. Las soluciones tecnológicas de Safelayer se apoyan en otras tecnologías, y como saber de todo es imposible, los integradores juegan un papel esencial.

– Hablemos de facturación, personas, previsiones...

– Actualmente somos 60 personas y a finales de este año queremos duplicar esta cifra; ya en 2002 nuestras previsiones indican que seremos 200 personas, y a finales de 2003, unas 230. El año pasado facturamos 282 millones de pesetas. Nuestras cifras, aclaro, están auditadas por Ernst & Young; a finales de junio de este año tenemos pedidos por más de ese importe, sobre un 20%. Esto nos hace pensar que a finales de 2001 nos estaremos moviendo en torno a los 700 millones de pesetas.

«A finales de este año seremos unas 120 personas y nos estaremos moviendo en torno a los 700 millones de pesetas de facturación»

– Por sus proyectos los conoceréis...

– Tenemos unas treinta y cinco referencias. Todos los proyectos son importantes, pero creo que en el contexto de Safelayer hay tres hitos. El primero es el realizado con el Banco de Sabadell, ya que fue el primer proyecto europeo de home banking con certificación y firma. El segundo fue el de las Cámaras de Comercio, ya que implica una penetración en Latinoamérica: Colombia, Uruguay, Chile... El tercer hito es el desarrollado con la Generalitat de Catalunya, que me atrevo a calificarlo como el más ambicioso de los que puedan existir en Europa con firma digital, salvedad hecha del emprendido por el servicio de correo de Suecia.
La iniciativa de la Generalitat Catalana es muy ambiciosa: van a conectar a 130.000 empleados, 762 ayuntamientos y van a emitir 6 millones de certificados electrónicos, de los cuales pensamos que van a activar en torno a los 2 millones. En la tarjeta de ciudadano de la Generalitat van a converger servicios de salud, de transporte, de relaciones con la administración... En ese contexto se consigue una cosa muy importante: que el certificado electrónico sirva para algo; si no está integrado en unas aplicaciones, no sirve para nada.

– ¿Qué acuerdos tiene Safelayer con desarrolladores de aplicaciones de negocio?

– Está claro: sin las aplicaciones, la certificación digital no tiene sentido. Tenemos acuerdos con SAP, Sybase, Microsoft... Hemos creado un departamento para Alianzas, encargado de hacer pruebas de compatibilidad con productos software de terceros, y así llegar a acuerdos con todas aquellas compañías con las que sea interesante integrar nuestras soluciones.

– ¿Qué relaciones mantienen con fabricantes de productos de hardware criptográfico?

– Somos distribuidores de nCipher y tenemos acuerdos con Gemplus y GyD, entre otros; estamos analizando productos de Chrysalis, Entegrity... Las relaciones se plantean en una doble vertiente: primera, tener compatibilidad con productos de esas compañías, y segunda, poder incorporar esos productos de terceros en nuestra lista de precios y estar en disposición de ofrecerlos a nuestros clientes.

– ¿Es coherente que la administración española, en sus diversas áreas, tenga en cuenta las tecnologías de Safelayer?

– Están siendo valoradas en Defensa y en otros Ministerios en los que se están planteando proyectos de firma, cifrado y certificación digitales. Estamos seguros de que para proyectos de la Administración, incluidos los de Defensa, vamos a ser convocados. Por otra parte, espero que la de Safelayer sea una de las tecnologías elegidas en el proyecto español de DNI digital, que aún debe arrancar. Sería hasta cierto punto lógico que una tecnología desarrollada en nuestro país por una empresa española participara en dicho proyecto.

– ¿Cómo han sido y son actualmente las relaciones de Safelayer con la FNMT-RCM?

– Ahora, excelentes. En algún momento del pasado no supimos entendernos con el profesional que dirigía Ceres; sin embargo, con la actual dirección la cosa es diferente. Ellos están en su proyecto; nosotros en el nuestro; pero no cabe duda de que debemos ser obligatoriamente compatibles, porque ambos somos iniciativas españolas. De hecho FNMT-RCM tiene actualmente algún producto nuestro en pruebas, y hemos llegado a acuerdos para ofertar parte de sus servicios, como puede ser la tarjeta, dentro y fuera de España. También es obvio que en algunos proyectos gubernamentales quizá debamos integrar la tecnología y las herramientas Safelayer con tarjetas FNMT-RCM... Hemos realizado también ofertas conjuntas con las Cámaras de Comercio para proyectos en el ámbito de África y para un DNI en un país latinoamericano.

– ¿Qué opina de que otros competidores adquieran empresas con otras líneas de seguridad?

– Es un error querer abarcar muchos frentes, al menos en principio, porque se dispersan el mensaje, la política comercial y la forma de vender. La absorción de empresas es un asunto delicado, y más en materia de desarrolladores de tecnología. Safelayer no va a seguir ese camino, y no porque no nos guste, sino porque nuestros recursos son limitados. El dinero del que disponemos debe destinarse a desarrollar más y mejores productos, a incrementar el equipo profesional, a perfeccionar los servicios al cliente y a extender la red comercial. Dentro de unos dos años, cuando Safelayer salga a la bolsa europea, quizá se plantee la necesidad de emprender una política de adquisiciones.

– ¿Qué valor, siquiera simbólico, le confiere al hecho de que Entrust abra oficina en España?

– ¿Simbólico? Las compañías no invierten para simbolizar nada; las compañías invierten para ganar dinero. De todos modos, no sé cuál es el objetivo de Entrust al entrar aquí. Si Entrust está dignamente representada por SIA, ¿qué sentido tiene montar aquí la compañía?

– ¿Y sobre la estrategia de Baltimore?

– Vende en indirecto y en directo. Quizá lo que les sucede es que no vienen como yo, que tengo alguna experiencia, del mundo de la informática clásica, donde los canales están perfectamente definidos. Safelayer trabaja con el canal.

– Otro caso a considerar es el triplete Telefónica Data/Ace/VeriSign...

– Va a ser un gran competidor, ya que Telefónica ha realizado fuertes inversiones. Además, a esa jugada hay que sumar un cuarto protagonista: BBVA, que en los proyectos donde hemos estado ha sido beligerante empujando esta coalición, lo cual parece lógico dadas sus vinculaciones. El problema no estriba en que vengan muchos competidores, sino en que el mercado genere una demanda que ahora mismo no existe, ya que hoy por hoy las tecnologías de firma y certificación electrónicas aún se ven con gran distanciamiento. En cualquier caso, que vengan, pues, los competidores que sea: VeriSign, Entrust, .., pero que hagan un buen trabajo de evangelización, que difundan, que se gasten el dinero, como hace Safelayer, en marketing y comunicación para desarrollar el mercado.

– Existe gran confusión y desencanto por los temas de legislación: todo parecía ir tan bien y rápido ...

– Es importantísimo determinar el marco legal en el que nos tenemos que mover: ley de servicios de la sociedad de la información y de comercio electrónico, ley de firma electrónica y reglamento de prestadores de servicios de certificación, sobre todo si el modelo elegido se basa en las terceras partes de confianza. Debemos presionar al Gobierno para que muchos aspectos acerca de estos temas queden definitivamente fijados. Por otra parte, tengo la sensación de que se quieren regular cosas que son difícilmente regulables.

– La PKI y la certificación están teniendo éxito en la Administración. ¿Rentabilidad política?

– Hay tres sectores que son las locomotoras de cualquier economía: el público, el industrial y el financiero; en España, sin duda el más adelantado es el primero, pero no el general del Estado, sino los autonómicos. El uso de internet y de la certificación digital tiene ventajas importantes para las administraciones: la reducción de costes y la capacidad de llevar la política a cada ciudadano. Para las administraciones, el cliente está muy claro, y no hay que olvidar que la administración tiene capacidad para legislar, ordenar y mandar.
En algún caso ha podido haber electoralismo o marketing político; pero, fíjese, en los proyectos en los que Safelayer participa, por ejemplo en la Junta de Andalucía, los jueces están firmando electrónicamente sentencias en un entorno seguro, lo que tiene poco sentido en el contexto del marketing político; en el Gobierno Vasco los proyectos conciernen a temas como la tarjeta de salud. En el caso más impactante, el de la Generalitat de Catalunya, lo primero que se aborda es la integración de sus 130.000 empleados. Todo esto me lleva a pensar que aquí se tienen claras las relaciones entre coste y eficacia. No me parece que haya marketing político.

– ¿No es un poco chocante que el sector privado, especialmente el bancario, se muestre tan cauteloso...?

– El sector bancario es uno de los que está estudiando el asunto con más detenimiento y que tiene más miedo a invertir. También es cierto que en el último Estudio General de Medios se habla de siete millones de ciudadanos que pueden conectarse a Internet, aunque sólo dos están conectados habitualmente... es decir, que quizá no hay la suficiente masa crítica como para que las grandes empresas vean el asunto completamente claro.
Por otra parte, y en el contexto B2B, conozco pocos casos en los que se esté ‘securizando’ el sistema de gestión de compras, subastas o pedidos. Si alguien está haciendo B2B y, siguiendo por ejemplo un procedimiento de e-procurement, está comprando y firmando un pedido a través de Internet, sin utilizar la firma digital, es que está loco. Y ya no hablo solo de este tema o de servicios financieros y bancarios, sino de correo-e, sin más. Resulta que generalizadamente trabajamos enviando correos-e en claro -y a través de servidores inseguros o gestionados de un modo dudoso-, algunos con un contenido crítico: balances, datos financieros... En fin, que espiar y robar información en esas condiciones no lo enseñan ya ni en primer curso de hacking.

– Un diagnóstico final...

– La sociedad del futuro no se librará de la certificación digital; es irremediable. Existe una traslación del papel y del bolígrafo hacia el mundo digital: PDAs, comunicaciones 3G, televisiones interactivas, personalización de bienes (coches, domicilios, electrodomésticos...), teletrabajo... A los efectos de lo que viene, con más o menos retraso, la firma digital autenticada es irremediable.

Texto: Luis G. Fernández
Fotografía: Jesús A. de Lucas

   
 

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