Han sido moneda corriente las operaciones
encaminadas a construir megacompañías capaces
de suministrar amplísimos abanicos por no decir globales,
de soluciones, con la estrategia de los sumandos como bandera,
en contraposición con aquellas otras empresas, centradas en seguir
focalizadas en sus nichos respectivos.
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LUIS
G. FERNÁNDEZ
Editor
lfernandez@codasic.com |
En clara referencia a la primera opción, hace algo más de
tres años dio inicio una operación orientada a conformar una
compañía capaz de suministrar tecnologías de protección
en prácticamente cualesquiera ámbitos (antivirus, cortafuegos,
VPN, cifrado, detección de intrusiones, análisis de vulnerabilidades...).
El asunto tenía su lógica y todo parecía apuntar a
la viabilidad del objetivo propuesto. Así pues, tras las consabidas
fusiones y adquisiciones, nacía un gigante bajo el nombre de Network
Associates.
Hoy, treinta y tantos meses después, no parece haber sido posible.
El pasado octubre, este gigante manifiestó su deseo de menguar y,
en una decisión insólita, renunció a seguir cobijando
bajo su manto la gama Gauntlet y buena parte de las tecnologías PGP
que adquiriera en su momento, poniéndolas al reclamo del mejor postor.
Atrás quedan muchos meses de ajustes, reajustes y recontraajustes
consejero delegado de recambio incluido, zozobras en el parqué
y espantadas sonadas como la de Fred Zimmerman.
Es curioso constatar que, de acuerdo a datos oficiales facilitados por la
compañía, los ingresos de NAI obtenidos por productos PGP
sólo representaban entre un 7% y un 9%, del total. Así pues,
en lo que a tecnologías de seguridad se refiere, esa decisión
deja a Network Associates,
casi, donde empezaba: esto es, un suministrador de soluciones antivirus
eso sí, con muy buena salud, cobijadas bajo la unidad
McAfee, aderezadas con los productos Cybercop y minucias del Pretty Good
Privacy comercial.
¿Cuál es el por qué de esta indigestión? Razones
haylas. Que si la necesaria vuelta a la rentabilidad pasa por deshacerse
de tecnología golosa, que si una inevitable confrontación
entre estrategias y enfoques (¿se vende igual un proyecto corporativo
de confidencialidad que una caja antivirus?)... Aún flotan en el
ambiente frases tan ingeniosas como la de aquel comercial de la filial española
que, dirigiéndose a un posible cliente de una gran compañía,
decía de NAI: «Somos el Office de la seguridad».
En su editorial de septiembre de 1998 esta revista ya vaticinaba: «La
operación llevada a cabo por NAI es tremendamente compleja y cabe
esperar que prontamente esté integrada en lo que a su retahila de
productos concierne». Ya ven... No pudo ser. La renuncia de NAI a
esa supremacía deja en manos de Computer Associates, mayormente,
y de Symantec, en menor medida, la legítima pretensión de
erigirse en un suministrador tecnológico global de protección
software. |