Indigencia mental


A estas alturas, resulta ya un poco cansino escuchar el discurso naftalinado de algunos vendedores –de herramientas, artefactos y/o simplemente servicios–, lamentándose a los cuatro vientos por carecer de interlocutores adecuados a los que hacer llegar las bondades de su tecnología (por cierto, líder en Wichita y aledaños colindantes), usualmente centrada en un reducidísimo segmento de la protección pero capaz de ‘garantizar’ la resolución de cualquiera problema al que una compañía tuviera que enfrentarse.
Es decir, con total convencimiento afirman tajantesla inexistencia de profesionales de la seguridad TIC en las organizaciones.
Sí, esos que son los responsables de encauzar y mantener las pertinentes políticas de protección de los activos empresariales, y, ante tal calamitosa carencia, evacuan sus lamentos en las mesas redondas que con cierta frecuencia publicaciones generalistas convocan gustosas, para hacerse eco –en absoluto crítico– de estas lamentaciones.
LUIS G. FERNÁNDEZ
Editor
lfernandez@codasic.com
A este respecto, sirva como anecdotario que en las fechas en que estos cualificados directivos y comerciales se lamentaban en la páginas de un semanario informático de la falta de interlocutores, ¡cerca de esos 300 inexistentes profesionales se daban cita en el congreso especializado Securmática durante tres días!
Además, las coletillas comerciales preferidas de estas ‘águilas’ de la mercadotecnia en ‘pikinglis’ y de las ppt’s y los ‘brochures’ en vena son, habitualmente, del tipo: “a quien hay que vender es a las Direcciones Generales, pues son ellas las que toman las decisiones” o “Hay que aprovechar el tirón del 11 de septiembre para vender nuestro antivirus”...
En fin, resignados entonces por no haber visto nunca de cerca a un responsable de seguridad y por el reiterado naufragio de su simpático argumentario de venta, redireccionan con nuevos bríos sus ansias facturadoras –o sea, sus cuentas de la lechera– hacia un colectivo sumanente tentador: el del millón y pico de pymes españolas, ansiosas todas ellas por adquirir como sea un ‘fairgüol’ de última generación. Y entonces, ¡oh!, nueva decepción: constatan que las estructuras empresariales de su populosa clientela se componen de grupos laborales minúsculos cuyas TIC se reducen usualmente a una pequeñísima red de PCs apolillados, y claro, ¡cómo se van a proveer de un cortafuegos si ni siquiera tienen una aplicación software para contabilidad!
Ya está bien de tanta indigencia mental. Saber vender seguridad TIC no es moco de pavo. Es muy duro y cuesta muchísimo. Los mensajes amarillistas están de más y lo que de verdad se necesita son profesionales de la venta: imaginativos, resueltos, capacitados y, sobre todo,... bien informados. Al otro lado de la barrera les aguardan los responsables de seguridad, que los hay. De verdad.

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