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PROPÓSITO:
¿En qué ha contribuido y está contribuyendo la
Universidad al desarrollo de la seguridad de la información
en España?
¿Existen líneas de colaboración entre la Universidad
española y otros actores del sector de seguridad de la información:
usuarios, consultores, integradores y fabricantes?
¿Estimulan las autoridades públicas la transferencia
de conocimientos de la universidad hacia la empresa?
¿Está preparada la Universidad española para
colaborar activamente con el mercado de seguridad de la información?
¿Se adaptan los conocimientos de la disciplina de la seguridad
de la información que se imparten en la Universidad española
a los diversos perfiles profesionales que demandan empresas y organismos? |
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ARTURO
RIBARGORDA GARNACHO
CATEDRÁTICO DE CIENCIAS DE LA COMPUTACIÓN E
INTELIGENCIA ARTIFICIAL.
UNIVERSIDAD CARLOS III DE MADRID |
En
la actualidad, la actividad de los Departamentos universitarios
(y por tanto de los grupos que los integran) es multidimensional,
extendiéndose a la docencia (reglada y no reglada:
master, cursos de especilización, etc.), investigación
financiada con fondos públicos y no (incluyendo el
desarrollo) y otros trabajos para las entidades de su entorno
económico y social (consultoría, asesoría,
cursos a medida, etc.). Por tanto, habremos de repasar dichas
dimensiones para tener un idea cabal de lo que aporta la universidad
en el campo de la seguridad.
Empezando por la docencia reglada, ya desde los primeros planes
de estudio alumbrados en la década de los setenta,
se empieza a estudiar la materia dentro de algunas asignaturas,
principalmente de nombre Centros de Proceso de Datos, aunque
lo que entonces se englobaba bajo el nombre de seguridad se
reducía a los aspectos puramente físicos de
ésta. Así hay que esperar a los últimos
años del decenio de los ochenta para encontrar asignaturas
(bien es cierto que con carácter optativo) de título,
más o menos, Seguridad de la Información en
las que aparecen representados todos los aspectos que ahora
entendemos constituyen la disciplina. Desde entonces, han
proliferado los centros universitarios de informática
en cuyos planes de estudio de ciclo completo figura, y ya
con carácter obligatorio, la materia de seguridad,
aunque principalmente bajo el nombre de Criptografía,
y por tanto dedicadas en exclusiva a esta faceta. En paralelo
con ello, también estamos viendo en los últimos
años representado el tema en los programas de doctorado.
Así, en mi opinión, la materia se halla dignamente
representada en los estudios de informática (y en el
caso de la criptografía también en las Escuelas
de Telecomunicación), eso sí con una importante
objeción: lo tratado se ciñe, prácticamente
sin excepción, a las facetas más puramente técnicas,
obviando la gestión de la seguridad (diseño
y desarrollo de planes de seguridad, incluyendo planes de
continencia, gestión de riesgos, y, porque no, Reglamento
de seguridad), lo que constituye una carencia formativa de
gran importancia.
Para terminar esta dimensión, cabe apuntar la incertidumbre
que planea sobre casi todas las materias con la adecuación
inminente de los planes de estudio a la Declaración
de Bolonia y consiguiente unificación de los estudios
de grado (o sea de primer ciclo y ciclo completo) a cuatro
años (esperemos que no a tres). Lo que además,
según todos los indicios, comenzará, en lo que
respecta a los estudios de ingeniería, con los de informática.
Por lo que atañe a la investigación y desarrollo,
y a pesar del visible y notorio estancamiento -por no decir
reducción- que desde mediados de los noventa sufre
la inversión pública en I+D (por más
que los responsables políticos traten de maquillar
las cifras, la realidad es tozuda y las matemáticas
inflexibles), el incremento de interés en la seguridad
ha compensado la ceguera de nuestros ¿responsables?
políticos, permitiéndonos mantener el tipo,
y salvar los trastos, lo que no es poco viendo lo que sucede
a nuestro alrededor. Ello por no citar las empresas españolas
-tan poco dadas siempre a invertir en I+D y desconfiadas en
sus universidades-, que en lugar de buscar soluciones a su
medida prefieren comprar ya hecho lo que necesiten, bien que
a menudo la compra no se adecue estrictamente a sus necesidades,
como ocurriría con un desarrollo ad hoc.
Finalmente, en lo que respecta a otros trabajos, el panorama
es un tanto mejor, pero sobre todo por las instituciones públicas
-que frecuentemente cuentan con grupos universitarios en tareas
de asesoramiento y formación a medida-, pues nuevamente
las empresas privadas ven a sus universidades (las públicas
son de todos) como eran hace veinte años, cerradas
en sí mismas y escasamente proclives a mezclarse con
el mundo circundante. De esta manera, y salvo excepciones,
desprecian el enorme potencial de conocimiento y elevado interés
de notables y experimentados grupos universitarios en trabajar
con las entidades privadas de nuestra sociedad. |
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JAVIER
AREITIO BERTOLÍN
CATEDRÁTICO Y DIRECTOR DEL GRUPO DE INVESTIGACIÓN
DE REDES Y SISTEMAS.
UNIVERSIDAD DE DEUSTO |
Es
evidente que cada día se va incrementando más
y más la interacción bi-direccional Universidad-Empresa
en todos sus aspectos de colaboración, alianzas, asesoramientos,
formación, creación de cátedras con empresas,
cooperación en proyectos, etc. La Seguridad y la Criptología
(Criptografía y Criptoanálisis) como áreas
de gran sinergia y de más tardía incorporación,
también van siendo referenciados desde la industria
y organizaciones en general (pyme, grandes empresas) con diversos
niveles de penetración y actuación.
Las principales aportaciones de la Universidad se pueden clasificar
atendiendo a muy diversos criterios; por ejemplo, desde la
perspectiva de la naturaleza de las mismas, cabe señalar:
1) Recursos humanos (por medio de estancias de profesores
en empresas, empleados en cursos-seminarios de formación-investigación,
alumnos-becarios pre- y post-doctorales, etc.): formación,
concienciación, adiestramiento, capacitación,
asesoramiento, consultas, etc:
a. Técnica: aspectos tecnológicos de nomenclatura,
interpretación/creación de normas técnicas,
adecuación y aplicación de técnicas,
análisis, especificación, diseño, construcción,
evaluación, valoraciones de defensas, instalación,
configuración, confección de metodologías,
generación de servicios de seguridad y políticas
de seguridad a medida, informes técnicos, análisis
de riesgos, auditorías de seguridad, métricas,
etc.
b. Legal/Marco Jurídico: aspectos legales de protección
de datos, interpretación y aplicación de reglamentos,
directivas, leyes, LOPD, LSSI, etc.
2) Recursos hardware: desarrollo, creación y construcción
de equipos físicos con nuevas tecnologías para
el control de acceso, seguridad perimétrica, biometría,
pasarelas de seguridad, IDS, cortafuegos, hardware criptográfico,
hardware didáctico, proyectos fin de carrera, tesis,
etc.
3) Recursos software: concepción de aplicaciones informáticas
de seguridad, creación de algoritmos, validadores,
mecanismos antivirus y de gestión de contenidos, cortafuegos,
controles de acceso, desarrollo de PKIs, software didáctico,
mecanismos de cifrado, mecanismos de criptoanálisis,
esquemas IDS, etc.
La Universidad juega un papel primordial en el desarrollo
e investigación de nuevos elementos (métodos,
normas, programas software-firmware, dispositivos hardware,
etc.) vinculados con la Seguridad. Los grupos de investigación
de las diferentes Universidades invierten grandes cantidades
de tiempo y dinero en investigación y estudios, así
como en el desarrollo de nuevos objetos de innovación
en el mundo de la Seguridad. El mundo empresarial se nutre
de estas investigaciones y desarrollos que se llevan a cabo
en el ámbito universitario. De hecho, en muchas ocasiones
se crean empresas a partir de profesores de la Universidad,
se establecen acuerdos de colaboración entre Empresas
y Universidades para desarrollar un trabajo conjunto que permita
obtener unos avances significativos y beneficiosos para ambas
partes.
Las Universidades y Empresas están creando comunidades
temáticas virtuales de nivel internacional. Las aportaciones
de las Universidades pueden ser contempladas desde dos puntos
de vista: aportaciones directas y debidas a su pertenencia
a diversas instituciones (Comunidades Autónomas, Comunidades
virtuales, etc.).
La externalización de la gestión de los servicios
de seguridad de las empresas a cargo de grupos de trabajo
de la Universidad podría, aparte de reducir costes,
convertirse en una opción de competitividad.
Como aspectos que frenan la cooperación Industria-Empresas/Universidad
cabe señalar el desconocimiento o desconfianza de algunas
Empresas, la insuficiente o errónea labor de marketing,
mantenimiento prolongado de reuniones. Como elementos que
aceleran esta interacción de aportación bidireccional
puede reseñarse el incremento de reuniones con personal
adecuado (directivos y técnicos), subvenciones, ayudas
económicas, publicaciones compartidas, mayor grado
de publicidad, etc. |
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JAVIER
LÓPEZ MUÑOZ
PROFESOR TITULAR. DPTO. DE LENGUAJES Y CIAS. DE LA COMPUTACIÓN
Y COORDINADOR DEL GRUPO DE SEGURIDAD.
UNIVERSIDAD DE MÁLAGA |
Pronunciarse
sobre cuál es la contribución de la Universidad
al desarrollo de la Seguridad de la Información en
España resulta, cuando menos, poco complicado, porque
resulta evidente que la contribución es más
bien escasa. Pero una cosa es pronunciarse, y otra bien distinta
analizar las causas de esa escasez.
Sin duda, no puede existir contribución si la preparación
de los ahora estudiantes y luego profesionales no es la adecuada
en su etapa universitaria. En principio, podría pensarse
que la adecuación depende exclusivamente de un hecho:
que la materia impartida en la universidad se ajuste a los
perfiles demandados por las empresas. Así, parecería
automático plantear que la escasa contribución
se derive de un desajuste entre lo impartido y lo demandado.
Sin embargo, éste sería claramente un análisis
precipitado y, por supuesto, incorrecto, pues las verdaderas
causas son algo más profundas.
El papel de las asignaturas relacionadas con la Seguridad
de la Información dentro de la mayoría de los
planes de estudio de las universidades españolas es
poco relevante. Así, en la mayor parte de los casos,
la preparación del alumno no pasa de las 45 ó
60 horas de formación (incluyendo ahí las prácticas
de laboratorio) que una asignatura optativa puede proporcionar.
Casi siempre el alumno recibe una buena formación generalista
teniendo en cuenta la limitación del número
de horas, pero es precisamente esta limitación la que
coarta la posibilidad de una especialización.
La especialización sólo es posible a través
de dos vías: 1) potenciar la colaboración entre
empresas y grupos de investigación, a través
de proyectos de investigación con los que algunos alumnos
tienen la oportunidad de especializarse; 2) incrementar el
número de horas asignadas a esta disciplina, y hacer
su docencia obligatoria, no meramente optativa.
Se puede afirmar que ambas vías van de la mano, y que
para ambas la participación activa de las empresas
es fundamental. ¿A alguien se le escapa que la estrecha
colaboración entre las empresas del sector y los departamentos
universitarios argumentaría con mucho peso la necesidad
de la segunda vía ante quienes finalmente deciden los
contenidos de los planes de estudio? Como se ha mencionado,
esa colaboración pasaría seguramente a través
de proyectos y/o contratos de investigación. Pero,
¿cuál es el interés real de las empresas
en estos procedimientos? En general, el interés es
muy bajo, a pesar de que existe una apreciable (pero mejorable)
estimulación por parte de las autoridades.
Así, para proyectos de investigación del MCyT
el interés expreso de una empresa en los resultados
a obtener siempre servirá de apoyo a las tesis que
el proyecto plantea y, probablemente, a una más alta
probabilidad de su aprobación. Este tipo de proyectos,
a pesar de que no exige un aporte monetario, no aporta ninguna
ganancia económica a las empresas que, a decir verdad,
tampoco suelen tener mucha fe en lo que un proyecto de esta
naturaleza produzca. Al fin y al cabo, tienen más interés
en mercadear con los productos extranjeros, que no necesariamente
son de más calidad que lo que aquí se pueda
producir.
Si hablamos ya de contratos de investigación en los
que la totalidad del coste económico es aportado por
la empresa, entonces la situación se torna bochornosa.
Esto es así porque cuando tales contratos se producen,
si se producen, el precio pagado por kilo de becario
universitario es irrisorio, quizás fiel reflejo
de lo que le espera al alumno en su acceso al mercado laboral,
pero con el agravante de que aquí la empresa cuenta
con la connivencia de la propia universidad.
Otro caso bien distinto es el de los tipos de proyectos financiados,
por ejemplo, por la Comunidad Europea, como los proyectos
IST y similares. Se observa claramente que en estos son las
mismas empresas las que buscan, en ocasiones con muchísimo
ahínco, el participar en ellos. En estos tipos de proyectos
las empresas sí obtienen una ganancia económica.
En el caso de los IST, por poner un ejemplo, obtienen el 50%
de los costes de la investigación que, sobre el papel,
han de realizar. Con una alta probabilidad, el coste de la
investigación que en la práctica realicen será
mucho menor de lo que por ello perciben, por lo que estos
proyectos son un buen negocio. Sin duda, craso
error el de la Comunidad Europea financiar con dinero público
la investigación privada.
Un dato elocuente sobre la separación entre los grupos
de investigación de Seguridad y las empresas del sector
en España es el hecho de que en las Reuniones Españolas
de Criptología y Seguridad de la Información,
en las que se exponen cada dos años los resultados
más relevantes de la investigación básica
sobre Seguridad en nuestro país, menos de un 5% de
los asistentes proceden del sector privado. El mismo tipo
de congreso en Japón recibe un 50% de asistentes del
sector privado, y no sólo como oyentes, sino con contribuciones
de la investigación propia.
Generalizar, por supuesto, es siempre injusto. Pero que la
mayoría de las empresas españolas, no sólo
de este sector, sino de todos los sectores, siguen pautas
de comportamiento en la línea de lo descrito en los
párrafos anteriores es, para todos, bastante obvio.
Siempre queda la esperanza de que, de forma paulatina, se
llegue a la convicción de que la inversión en
Investigación, donde la Universidad juega un destacado
papel, también trae beneficios económicos, quizás
no a corto plazo, pero sí a medio y largo plazo. Claro,
que eso es tanto como pedir que en nuestro país vaya
desapareciendo la cultura del pelotazo, que por
desgracia es la que impera. |
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MANEL
MEDINA
CATEDRÁTICO DE APLICACIONES TELEMÁTICAS Y DIRECTOR
DE esCERT-UPC.
UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE CATALUÑA |
Las
universidades constituyen sin duda una cantera importante
para las empresas e industrias de seguridad, pero no es ésta
la única aportación que realizan para contribuir
a mejorar el nivel de seguridad de las empresas y organizaciones.
A continuación se justifican las aportaciones que considero
más importantes a este sector:
Técnicos: formados, con más o menos práctica
en el empleo de herramientas de seguridad, o cuando menos
con conocimientos teóricos de las mismas, y de la forma
de aprovechar sus defectos de configuración...
Productos: ya sea desarrollados como proyectos final
de carrera, o dentro del marco de proyectos de I+D+I, financiados
por empresas privadas, o más frecuentemente por organismos
públicos (MCyT, CE, etc...).
Ideas: mediante presentaciones de trabajos de investigación
más teóricos, enmarcados en proyectos de tesis
doctorales, o propuestas de proyectos, que finalmente conseguirán
financiación o no, pero que en no pocas ocasiones desembocan
en desarrollos de aplicaciones o productos realizados en el
seno de las empresas.
Formación inicial y continua: tanto a personal
de la universidad que se incorporará al mundo empresarial,
como al personal de las empresas que desee promocionarse o
mejorar su calificación profesional.
Servicios: en general aquellos que son poco rentables
comercialmente, y que sólo son viables en entornos
en los que los costes de personal se reducen a cambio de otras
compensaciones más atractivas para estudiantes, como
la proximidad geográfica del centro de trabajo, la
libertad de horario, de hábito, etc. Estos
servicios pueden ir desde avisos de vulnerabilidades, hasta
gestión de listas de distribución donde se puedan
intercambiar experiencias profesionales y de formación.
Banco de experimentación y pruebas: el ansia
de aprendizaje, la sed de conocimientos y experimentación
del universitario típico, haya o no acabado sus estudios,
les hacen candidatos idóneos para experimentar con
nuevos productos y servicios disponibles en el mercado, y
actuar de beta-testers. |
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JOSÉ
ANTONIO MAÑAS
CATEDRÁTICO DE INGENIERÍA DE SISTEMAS TELEMÁTICOS.
E.T.S.I. TELECOMUNICACIÓN.
UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE MADRID |
La
Universidad en general, y una escuela de ingeniería
en particular, debe mantener un equilibrio entre el corto
y el medio/largo plazo. Si no hay una capacidad para entender
los problemas actuales del entorno profesional, diremos que
ha perdido el contacto con la realidad. Si no hay capacidad
para responder a nuevos problemas cuando surgen y urge una
respuesta antes de que se enlate en soluciones comerciales,
diremos que carece de perspectiva. El equilibrio se debe instrumentar
en equipos o grupos que combinan la participación en
proyectos de desarrollo tecnológico (la letra D) con
la investigación de utilidad no necesariamente inmediata
(la letra I). Un grupo de investigación estable, con
miembros que comparten experiencia y rotan en sus labores
entre proyectos e investigación, aparece como un grupo
equilibrado capaz de aglutinar profesionales que sabrán
responder a los problemas no planificados que puedan surgir,
estando al tiempo con los pies en la tierra.
La investigación, como la poesía, requiere mucho
trabajo y tiempo aparentemente improductivos para, súbitamente,
ser capaces de responder a esa necesidad técnica o
espiritual que, existiendo, no somos capaces de describir
hasta tener la respuesta. Decía Charles Baudelaire
que Muchos escritores, en particular los poetas, prefieren
dejar decir que componen gracias a una especie de frenesí
sutil o de intuición extática, y posiblemente
se estremecerían si debiesen autorizar al público
a observar tras la escena y contemplar los trabajosos e imprecisos
embriones de pensamiento, la verdadera decisión tomada
a último momento, la idea a menudo entrevista como
un relámpago y que rehúsa durante mucho tiempo
dejarse ver a plena luz, el pensamiento plenamente maduro
y arrojado por desesperación como si fuese de un natural
intratable, etc.»
La financiación de los grupos de investigación
y la materialización de una carrera profesional requieren
una gestión de tipo empresarial para equilibrar el
pan para hoy (dinero fácil de proyectos
de aplicación inmediata) con el pan para mañana
(inversión en capital humano y conocimiento [temporalmente]
improductivo). La financiación directa de la investigación
y la indirecta vía desarrollos deben conjugarse. La
existencia de una política científica debe corregir
los efectos de una concepción utilitarista. Una política
científica debe ser estable, pensada para el medio/largo
plazo, amortiguando las incertidumbres de los ciclos económicos
empresariales.
La carrera profesional de un universitario o de un grupo de
investigación no está trillada. No todos los
vaqueros son toreros, ni todos los investigadores investigarán
hasta la jubilación. El salto empresarial es natural,
evidente en algunos casos de explotación de la propia
creación y una nada despreciable oportunidad de cotejar
las delicias de la abstracción con la dura realidad.
Es parte de la carrera profesional de los que se lanzan a
la aventura empresarial, de los que quedan cultivando la retaguardia
y de los que, a caballo de ambas, experimentan en el mundo
real y se capacitan para formar a sus colegas y a sus alumnos.
La transferencia tecnológica, a veces con sujetos incluidos,
debería ser potenciada y aprovechada como parte de
una política científica con perspectiva.
La docencia es una actividad muy importante, pero no exclusiva.
Si el conocimiento adquirido y la experiencia acumulada no
tienen una proyección en la capacitación de
los profesionales, hablaremos de nido desconectado de la realidad.
Si la formación se convierte en la actividad fundamental
para satisfacer la demanda del mercado, hablaremos de supervivencia
sin futuro. En una escuela superior, el licenciado debe ser
capaz de entender el presente y ser productivo ahora, además
de poder navegar en el futuro según este vaya llegando.
La seguridad de los sistemas de información presenta
como característica singular el ser una área
de conocimiento multidisciplinar en sus planteamientos y en
su impacto. La seguridad en sus diferentes concepciones es
una cualidad necesaria en todos los sistemas. La seguridad
requiere de las matemáticas, de la informática
y, lo más difícil, de los sistemas, pues no
es segura aquella solución que suspendiera en alguna
de estas dimensiones. La consecuencia es que necesitamos equipos
multidisciplinares en sí mismos o en el establecimiento
de relaciones periféricas multilaterales.
En España, en este sector, se suele comprar tecnología
(¡que inventen ellos!), lo que hipoteca
la capacitación de los grupos universitarios en los
conocimientos básicos. Necesariamente debe el profesional
entender qué está comprando, los conceptos.
Y en la Universidad deberíamos ser mejores capacitando
a los licenciados para que sepan integrar técnica y
socialmente (ahora se dice venta interna) las
soluciones de seguridad a los problemas que tienen las empresas. |
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JORGE
DÁVILA MURO
PROFESOR TITULAR. DIRECTOR DEL LABORATORIO DE CRIPTOGRAFÍA,
LSIIS. FACULTAD DE INFORMÁTICA.
UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE MADRID |
Cualquier
sociedad avanzada debe aceptar el hecho de que la TICs son
y serán un componente esencial del futuro a medio y
largo plazo, y que su beligerancia en ellas es algo inexcusable.
Ahora bien, son muchas las posiciones que se pueden tomar:
se puede optar por ser un mero instalador de las tecnología
extranjeras y que inventen ellos, o bien se pueden
afrontar con espíritu y realidad creativas, de modo
que la sociedad en cuestión tenga algún margen
de reacción dentro del amplio ámbito de las
TICs. Esta decisión es de la sociedad en su globalidad,
y no de algunos sectores especializados de ella como pueden
ser la Administración, la Universidad o las Empresas.
El establecimiento de una nueva sociedad basada en las TICs
es una responsabilidad colectiva en la que cualquier ausencia
llevará al fracaso su implantación responsable.
Siendo todos los llamados a este esfuerzo, veamos cuáles
son las características ambientales de este reto.
Administración: sufre de la inmediatez
de sus acciones y de tener muchos y muy importantes asuntos
a los que atender. Una política demasiado inmediata
ciega las posibilidades de un futuro sostenible. La automatización
de procesos administrativos ayudará y simplificará
mucho la vida del administrado, pero también incluirá
remodelaciones, repartos de competencias y redefinición
de puestos de trabajo, que ponen a todos los funcionarios
afectados (y lo serían casi todos) en una actitud nada
proclive a ello (son maestros de la resistencia pasiva).
Empresas: la inmediatez de sus acciones se extiende
al cierre de los años económicos y a la presentación
de resultados frente a sus propietarios o accionistas. El
culto exclusivo al rendimiento económico anual impide
casi cualquier plan estratégico serio, por lo que las
transformaciones esenciales se suelen escapar de la sensibilidad
empresarial. Las empresas sólo entienden el lenguaje
de contratos y abogados, por lo que se queda fuera de muchos
diálogos de carácter mas trascendente.
Universidad: docente de su cada día menor
apoyo social, administrativo y empresarial, la Universidad
se debate, hoy en día, entre convertirse en una mera
academia y fábrica de profesionales/parados, o mantener
su espíritu original de servicio público, universalidad,
investigación e innovación. Su desmoralización
favorece prácticas mendicantes que ningún bien
hacen a la institución pero quizás sí
a algunos de sus miembros a título individual.
A pesar de todo esto que deja sin autores convencidos a la
imparable evolución hacia la Sociedad de la Información,
sí hay una cierta actividad en los tres sectores mencionados.
Hay algún grupo universitario que se ha convertido
en empresa y parece ir bien, hay grupos universitarios que
tienen contratos con empresas para la integración,
y en algún caso desarrollo, de TICs de origen extranjero,
hay sectores de la Administración, general o local,
que sí ponen en marcha pilotos para evaluar el impacto
de estas tecnologías en lo que a sus funciones se refiere.
Además de todo esto, lo que sí ha tenido cierta
significación es la demanda de nuevos profesionales
especializados en las TICs y volvemos a la mera academia.
Así pues, ¿cúales son las trabas presentes
y cuáles sus posibles soluciones?
Las empresas sólo demandan profesionales sin
recordar que la formación exige entrenamiento en escenarios
reales, por lo que la Universidad y el mundo empresarial deberán
ampliar los recursos dedicados para poder dar el nivel de
calidad que se exige y desea para los futuros y actuales profesionales
de las TICs (la formación continuada es imprescindible
en las TICs).
Las empresas deben reconocer que hay más escalas
de tiempo que las suyas propias, por lo que tendrían
que abrirse a proyectos a más largo plazo y con una
evaluación de resultados menos pecuniaria y mas estratégica,
tanto a nivel particular como colectivo.
La administración deberá reconocer y
asumir como obligación suya dar un mejor y más
avanzado servicio a los ciudadanos, por lo que la actualización
y puntualidad tecnológica debe ser un imperativo urgente.
La universidad debe revisar sus niveles de formalidad
y entender la filosofía de los contratos, olvidándose
un poco de la filosofía de las subvenciones y donaciones
para así poder engendrar un escenario en el que la
formación sea también sobre escenarios reales
o próximos e inminentes.
La administración debe adoptar el papel de promotor
de nuevos servicios y exigir la necesaria seguridad en ellos,
así como entender que no basta con recurrir al mercado,
ya que allí puede comprar piezas pero no a la gente
que sabe hacer con ellas algo realmente útil para sus
administrados.
Las empresas deben reconocer en la universidad su capacidad
de formación de profesionales y su privilegiada posición
para la innovación, por lo que debería encontrar
con ellas el modo de mantener laboratorios mixtos de I+D+I,
consiguiendo así una mayor eficacia en sus obligaciones
empresariales de innovación para mantenerse en el mercado.
Las empresas deben reconocer en las universidades algo
necesaria y convenientemente distinto a ellas, por lo que
deben estar abiertas a un nuevo lenguaje y no recluirse en
la mera relación contractual como si de uno más
de sus proveedores se tratase.
Terminando..., nada que merezca la pena se consigue sin esfuerzo,
por lo que la situación de las TICs en España
es claramente mejorable y sólo depende de que todos
los actores realmente quieran hacerla mejorar. De conseguirlo,
sin duda se beneficiaría toda la sociedad y a todos
los niveles. |
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