Inteco, rumbo a lo desconocido


La grandilocuencia con la que hace meses fue anunciado el Inteco, Instituto de las Tecnologías de la Comunicación, contrasta con la tremenda peladera informativa existente hoy acerca de su sustanciación en poco más que una sede en la ciudad de León y un sitio web.
La cosa adquiere tintes preocupantes cuando en las informaciones existentes se indica que este ente, pelín ectoplásmico –al menos al cierre de esta edición–, tiene entre sus objetivos –ya se sabe, apretada prosa sin apenas valor literario– desarrollar un Programa de Seguridad Tecnológica “Dirigido a sentar las bases de coordinación de distintas iniciativas públicas entorno a la seguridad informática. Coordinar investigación aplicada y formación especializada en el ámbito de la seguridad en el uso de las TIC”. Eso es muy loable, pero demasiado difuso. Se necesita claridad. Claridad para que se concreten y divulguen ya iniciativas (y todos podamos juzgarlas), claridad en la fijación de compromisos, empezando por los alusivos al cumplimiento de plazos y, por supuesto, transparencia con todos los agentes integrantes del sector de la seguridad de la información, muchos de ellos entidades públicas y privadas en las que hay expertos que saben de seguridad y de riesgos de información que no deben ser ignorados.
JOSÉ DE LA PEÑA MUÑOZ
Director
jpm@codasic.com

También está en la intención de Inteco “Sentar las bases para la constitución de un Centro Nacional de Seguridad Informática, que se ocupe de coordinar las políticas públicas impulsadas desde ámbitos institucionales del Estado, como el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, el Ministerio del Interior y el Ministerio de Administraciones Públicas”. Pues muy bien. Y, ¿a qué se espera? ¿Algún problema?
Desde luego, con inventos como el que nos ocupa, apañados estamos para subir el listón de la seguridad en las tecnologías de la información y, de paso, lograr la convergencia con Europa en este siglo. Y es pena, porque hay muchos frentes nuevos que abrir y de extraordinario valor para la sociedad y todos sus estamentos.
Así pues, mantengamos la esperanza en que los responsables de gobernar este Instituto se animen por fin a dotarle de contenido y a entrar en acción. De lo contrario, se les pasará el arroz.

Documento en PDF
 

<volver