PRELUDIOS


Entre las operaciones de adición de tecnologías de seguridad de mayor calado, repercusión y subsiguiente polémica en este periodo estival figuran, sin duda, las recientes compras de RSA Security y de Internet Security Systems. Llevadas a cabo respectivamente por dos gigantes de las TI, EMC e IBM, ambas adquisiciones aventuran venideras operaciones de similar alcance y, al tiempo, rezuman algunas incertidumbres por su calado y sintomatología.
  
LUIS G. FERNÁNDEZ  
Editor  
lfernandez@codasic.com  
La compra de la mítica firma que lleva por nombre el del algoritmo de criptografía asimétrica por excelencia, RSA, quizá no ha sido del todo comprendida por los especialistas del sector, que aún viendo como, de un lado, con la adquisición pueden satisfacerse las carencias de EMC en materia de disposición de gestión de claves de cifrado para almacenamiento, de otro no terminan de encontrar las sinergias con el resto del sofisticado portafolio de servicios de protección de RSA Security, muy alejado del núcleo de actividad de EMC (recuérdese toda la potente y compleja panoplia de soluciones para confidencialidad, autenticación, anti-fraude y gestión de accesos e identidades de la adquirida... y la escuálida atención prestada a la seguridad por la adquirente hasta hace bien pocas fechas).
Quizá convenga no olvidar que esta operación ya estuvo precedida de cierta rumorología que apuntaba a que la primera multinacional de la seguridad TI y cuarta del software, Symantec, habría estado en disposición de proveerse de dichos activos, desistiendo en última instancia. Cabe suponer que las dificultades de una indigestión –tantas veces vista en el pasado, mismamente en el epígrafe de la seguridad– aconsejan prudencia a la hora de mezclar a la ligera conceptos aparentemente sinérgicos como son la disponibilidad, la integridad y la confidencialidad pero histórica y mutuamente incomprendidos.
La jugada de IBM también tiene chicha. El desembolso de 1.106 millones de euros por parte del gigante azul para hacerse con los activos de todo un clásico como es ISS va a significar que la mayoría del colectivo de compañías generalistas en disposición de ofertar servicios externalizados de gestión se verán abocados a incluir sin dilación, ‘de origen’ y con la merecida estelaridad en sus portafolios un epígrafe –como es el de la gestión por terceros de la seguridad corporativa– al que no siempre han prestado la adecuada atención.
Cosa aparte será el estado en que a medio plazo quedarán los departamentos de I+D+i de compañías como las mentadas. Enclaustrados ya sus profesionales de seguridad en meras divisiones de megamultinacionales generalistas, quizá sus más importante activos, dichos especialistas prefieran emprender nuevos derroteros que sigan situándolos en la cresta de la ola de la batalla contra el lado oscuro.
Visto lo visto, ambas operaciones darán que hablar y son sólo el preludio de venideras operaciones. Suerte para ambas. Las billeteras están en alto.

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