CUANDO EL DESTINO NOS ALCANCE


A las puertas de despedirnos de un calamitoso verano plagado de incidentes, sirvan estas líneas para dar un toque de atención a un asunto, sempiterno él, al que nunca se acaba de atender como merece pese a que esté hartito de darnos avisos.
Me refiero al tema de las infraestructuras críticas, que no por nuclear es demasiado bien entendido ni valorado y mucho menos atendido, pese a que cuando contra ellas se atenta también se ataca a una de las patas de la seguridad más frágiles y de devastador impacto: la disponibilidad.

  
LUIS G. FERNÁNDEZ  
Editor  
lfernandez@codasic.com  
Cataluña aún no ha terminado de lamerse las heridas causadas por el alud de sucesivas calamidades estivales sufridas en muchas de sus infraestructuras (transportes, carreteras, energía), y también los clásicos factores de riesgo por desastres “naturales” han hecho acto de presencia, asolando sin contemplaciones y por doquier a base de pavorosos incendios, inundaciones y terremotos –de los que, por cierto, de estos últimos España ha recibido un inédito y serio aviso–.
Pero también la indisponibilidad moderna se manifiesta en carecer de servicio en las interrelaciones telemáticas que sustentan el mundo de hoy. Los casos de Estonia –a nivel estatal– y de Skype –a nivel empresarial– son dos recientes muestras que evidencian cuán frágiles y desvalidas pueden ser –y de hecho son– unas infraestructuras por la que transita y se alberga, quiérase o no, el bien más preciado de la sociedad del siglo XXI: la información.
Más allá de los intereses políticos, sectoriales o nacionales ante un hecho puntual, a día de hoy persiste una alarmante ignorancia de su alcance y valor y conviene anticiparse, sin amarillismos pero con decisión. No se trata de ser agorero, pero cabe prever que cuando el reverso se deje de pueriles jueguecitos transgresores y espabile, las consecuencias pueden ser devastadoras a poco que se lo propongan.
¿Qué falta para detener la actual pereza complaciente y se reaccione? En Europa, en España, ya hay iniciativas de interés para afrontar este reto. Desde programas de I+D en seguridad (p.e., el proyecto CRISIS -Redes Interconectadas de Sensores para la Seguridad de Infraestructuras Críticas de Información), las recomendaciones de organismos asesores como Esrab, los CERTs o el empeño en organizar reuniones profesionales focalizadas en el tema.
Necesitamos imbuirnos de una auténtica ‘cultura de seguridad’, y abordar seriamente este asunto es una señal de ir por el buen camino cuando el destino nos alcance.


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