El año 2009 parece que va a seguir enfriando las expectativas de crecimiento de algunos primeros ejecutivos comisionistas que se han dedicado en estos años de bonanza a dibujar el futuro de las compañías en las que trabajan en base a planes especulativos de crecimiento inconsolidable. Y no estaría de más que también se inspeccionaran las alegrías de algunos políticos gastones con cargo ejecutivo en las administraciones públicas. Sus supuestos planes, no avalados con inversiones en TIC, deberían ser analizados desde una óptica crudamente justificativa en función del servicio al ciudadano, que es de lo que se trata.
Dicho esto, ¿qué le espera al ramo de la protección de la información y la seguridad TIC en España?
Especulemos. Habida cuenta de que es un pequeño gremio, contenido y serio, en el que por fortuna está en extinción esa raza de directivos de pacotilla que curiosamente no descartan salir a Bolsa, lo que se espera a grandes rasgos es un endurecimiento de las condiciones para realizar adquisiciones de bienes y contratación de servicios por parte de los compradores. No hay que ser un águila para saberlo, sólo hablar con los temibles profesionales de “Compras”. Y la materialización de este hecho, sumado a la desconfianza de los actores del escenario financiero, muy probablemente provoque una “limpieza” del sector de oferta (asesoría, consultoría, integración...), que en los últimos cuatro años se había saturado con sociedades oportunistas, cuyos informados primeros espadas pensaron con un lustro de retraso y equivocadamente que en este nicho de TI se ataban los perros con longaniza.
Así pues, los buenos, los que trabajan y entienden, los que han invertido y reinvertido de un modo certero y han apostado en serio y para quedarse (los de siempre y algunos nuevos actores), los que han podido enmendar algunos errores y adelantar el tiempo perdido y los que han sabido encontrar su hueco en áreas específicas de valor, seguirán protagonizando legítimamente la buena marcha del sector de la seguridad, en el que se esperan crecimientos de entre un 8% y un 12%. Los otros, los temporeros, tendrán que batirse en retirada (aunque no lo reconozcan) e intentar vivir de otras industrias.
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