EL FIN DEL PRINCIPIO


En la edición anterior un servidor ya se hacía eco de lo alborotado del patio de la seguridad; la industria andaba inquieta tirando de chequera con frenesí para aprovecharse de la frágil coyuntura económica y llevar a cabo operaciones ventajosas, mayormente para la consolidación de portafolios, la cobertura de nuevos frentes con pujantes tecnologías emergentes o, mismamente, para la desintegración deliberada de incómodos competidores. Pero va y resulta que en este verano la comidilla digital de la estación no han sido –una vez más– las sucesivas oleadas de compras y adquisiciones del sector concreto de la protección TIC –aunque de facto las ha habido, y a montones–, sino muy singularmente la suculenta operación –cifrada en 5.800 millones de euros– protagonizada por el venerable fabricante de chips, Intel, que anunció su intención de hacerse con los activos de McAfee, unánimemente considerada la joya de la corona de la seguridad.

  
LUIS G. FERNÁNDEZ  
Editor  
lfernandez@codasic.com  
¿Qué lectura cabe hacer de esta operación? Sin duda, las primeras reflexiones –esgrimidas por ambas compañías– parecen responder con sensatez y realismo a estrategias palmarias: aupar la seguridad a un estadio superior de priorización y consideración, adosándola –sea en modo hardware, software o híbrido– a la eficiencia energética y a la conectividad para, hermanando intereses, conformar una tríada ganadora ante un devenir tecnológico heterogéneo demandado por la sociedad consumista en el que la movilidad y los artefactos de cualquier pelaje que la encauzarán lo serán todo.
La poliédrica operación admite abundantes interpretaciones y con el sesgo que pertinentemente quiera darle cualquier parte interesada. Así, mismamente cabe colegir que la dilatada soberanía disfrutada por Intel en los clásicos reinos del ordenador personal no implican en modo alguno un liderazgo extrapolable a los nuevos dispositivos tecnológicos, sean o no para humanos, que ya invaden esta era digital (tecnologías médicas, internet de los objetos...) Y claro, hay que mover ficha. De igual modo, las altas instancias de McAfee tal vez se hayan preguntado si es posible proseguir con un modelo de seguridad con enfoque decididamente software que, aunque a todas dudas loable y rentable, es manifiestamente incapaz de repeler de forma taxativa las embestidas sofisticadamente crecientes del lado oscuro.
Tras dos décadas de cierta rigidez de planteamientos y al albor de esta estratégica operación, tal vez sea un buen momento para reconsiderar cómo ha de enfocarse la seguridad en todos los escenarios digitales que se nos vienen encima. ¿Continuismo? ¿Borrón y cuenta nueva? ¿Seguimos dando curso a funcionalidades de seguridad con enfoque software o protección embebida? ¿Dónde se despliegan? Mmm, tal vez de la alianza suscrita entre estos dos gigantes TIC –en apariencia, escasamente sinérgicos– y de su atinada evolución futura dependa el devenir de la industria de seguridad en su totalidad y, por ende, del normal devenir de la sociedad digital. Estaremos atentos a los acontecimientos.

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